Hay almas a las que uno tiene ganas de asomarse como a una ventana llena
de sol, si, eso dijo, pero nada contó de aquellas a las que, sin ni tan
siquiera asomarte, intuyes un abismo a los avernos, frías como la
ventana de un iglú y negras como boca de lobo, en esas, también algún
día hubo un rayo de sol, una brisa suave y un horizonte desconocido
repleto de ilusión, hoy desvanecido por el trascurrir de acontecimientos
que surgieron, elecciones personales, heridas a las que no se puso
remedio.
Protege tu sol, guardalo, alimentalo y tendrás buen tiempo
en tu ventana aunque la vida se empeñe a menudo, en querer ser una
eterna noche de invierno.
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