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lunes, 19 de octubre de 2015

“La vejez no es simplemente una edad cronológica de la vida, sino un estado del espíritu humano. Se es viejo cuando se deja de soñar.” (General Douglas Mc Arthur cumplidos los setenta años)

El espíritu es la "sustancia" del ser humano, la parte de nosotros mismos que nos hace iguales, hermanos.

Nos pasamos la vida pagando un seguro que cubra nuestras necesidades "por si acaso", pagamos durante años un bien no tangible, por si nos pasa algo, ya sea de enfermedad, de automovil (éste incluso es obligatorio, como otros muchos), del hogar, de la comunidad, de nuestro negocio, de nuestro perro..., todo es con la conciencia de "por si acaso" y aunque nos cueste, o nos escueza en el bolsillo, todo el mundo al final comprende que hay que estar "asegurado" y aseguramos nuestros bienes contra los posibles hechos fortuítos de un futuro que puede que nunca se den. 

Pero ¿cuantos de nosotros pensamos largo y tendido en nuestra vejez?, con tanto aleccionamiento sobre el carpe diem, que es fantástico y tan ocupados que estamos viviendo el momento, nos olvidamos completamente del curso de nuestro camino, olvidamos que la vejez, tercera edad, senectud es la séptima y última etapa de la vida (prenatal, infancia, niñez, adolescencia, juventud, adultez y vejez o ancianidad) aconteciendo después la muerte.

Nos paramos a pensar qué necesidades tendremos en ese futuro? Es respetable que cada uno dedique su tiempo de pensar a lo que quiera, pero es imprescindible que todos conozcamos lo que sucede cuando nos hacemos adultos mayores, nosotros y nuestros seres queridos y sobre todo, tengamos claro que igual que ahora necesitamos un abrazo y una mano que nos agarre, cuando nuestras capacidades estén mermadas esta necesidad será aún más latente, además de la higiene personal,  la buena alimentación, el ejercicio físico dentro de nuestras posibilidades y un par de oídos que nos escuchen cuando queramos hablar y desahogarnos

Tal vez en ese futuro,  no estemos rodeados de las personas adecuadas, por miles de circustancias. Sólo si todos somos conscientes de que la última etapa de la vida es una de las más importantes y reclamemos el derecho de vivirla con dignidad, tranquilidad, confianza, consuelo y cariño, comprenderemos que es necesario e imprescindible la formación y cualificación adecuada de la sociedad a este respecto y entonces, valoraremos como se merecen a los profesionales que guiados por una "sustancia" igual a la nuestra, se hacen nuestros hermanos en ese momento y nos ayudan y asisten en aquello que nosotros ya no podemos realizar por nuestros propios medios.

Desde aquí, quiero expresar mi más profunda admiración a todas aquellas personas que siendo conscientes de todo lo anteriormente expuesto, se han formado y capacitado para ser profesionales sociosanitarios en todos los aspectos que guarda esta desconocida y temida por algunos, profesión, ya que son muchos y muy variados los cuidados que hay que proporcionar y necesidades que cubrir y solo calzando las pantunflas del otro, seremos capaces de visualizar que también es nuestro propio destino.

Cuidame como tú quisieras ser atendido, o como lo harías con la persona más querida que tengas en el mundo. 
- Pertenece al Decálogo de los Servidores de los enfermos aplicable a todos - 






 

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